martes, 19 de diciembre de 2006

Mis consideraciones

-¡Podríamos hacer un blog!-. Comentó alguien de la mesa en la que estábamos tomando una copa, en el bar de siempre. Luego se le pusieron los ojos en blanco y empezó a echar espuma por la boca. La verdad es que su idea nos pilló a todos por sorpresa, más que nada porque era lo más coherente que había dicho desde que le diagnosticaron el tumor cerebral. Otro soltó que era mejor hacer una web, pero rápidamente lo rechazamos porque no teníamos ni idea de cómo hacerlo y una nula capacidad de aprendizaje. Después de hablarlo un rato decidimos poner en marcha el blog, mas sencillo y práctico, y que cada uno complementaria publicando artículos o noticias que considerara adecuados.

Emocionado por esa gran iniciativa, llegué a casa y rápidamente mi cabeza empezó a ponerse en marcha pensando qué podría escribir en mi estreno en este mundillo. Fue entonces que una pregunta me asaltó. ¿Qué era un blog?

Poner una buena definición me pareció un coñazo, así que intenté explicar lo que significaba para mí un blog. Así a lo cutre, acorde con el nivel de lo que publicaríamos. Nunca me habían interesado demasiado los blogs, al que asociaba como una especie de diario virtual donde la gente egocéntrica explicaba su vida, problemas o pensamientos como si importaran a alguien más que a ellos. Yo personalmente me pasaba por el forro de los cojones tales cosas. Pero después de visitar e informarme, me di cuenta que eran usados para muchos más fines, tales como sitios de humor, para pedir consejos de todo tipo, o para caníbales en busca de gente que se deje comer los miembros y genitales mientras aún sigue vivo.

Pero volvamos al leit motiv (a mi entender) de los blogs. Un diario virtual, con la diferencia que todo el mundo puede leerlo. En mi Messenger había un montón de gente que tenia space, que no deja de ser otro nombre para lo mismo, y la gran mayoría lo usaba para poner fotos suyas, contar su vida, en definitiva, aumentar su narcisismo. Preguntando por ahí, me sorprendió que muchas personas me comentasen lo bien que les iba desahogarse de su patética vida escribiendolo y publicándolo en la red (y de paso que los demás tengamos que tragarnos su mierda). Llegué a la conclusión que para los depresivos les iría de maravilla dar a conocer sus preocupaciones, y que un blog podía ser en parte la solución a sus problemas, siempre y cuándo aún no tuvieran una pistola a su alcance con la que volarse los sesos y terminar con su miserable existencia.

Así que, por una vez y sin que sirva de precedente, decidí que seria interesante recuperar las raíces del blog, y hacer un trabajo introspectivo en lo más profundo de mí ser. Aquí va, en unas pocas líneas, lo que veo y siento en mi interior.

Cierro los ojos y veo muchos niños, sentados en una mesa riendo y divirtiéndose alrededor de un pastel de cumpleaños. La imagen se va volviendo borrosa poco a poco, mientras el escenario cambia. Ya no es un pastel lo que centra la atención de los niños, sino una enorme ouija de madera, con la imagen de un hombre ahorcado en el centro. Alzo un poco la vista y vislumbró una especie de ser cubierto con una túnica negra, sin boca ni ojos, que levita encima de los niños apunto de clavarle una hacha en medio de la cabeza a uno de ellos.

De repente me teletransporto y me encuentro totalmente solo en medio de una calle estrecha. Las sombras y la oscuridad lo invaden todo, y solo escucho el sonido de unas campanas y un chirriar metálico. Unos seres parecidos a personas, pero completamente quemados y sin rostro se acercan a mí, sentados en sillas de rudas, mientras emiten chillidos incomprensibles. Con sus garras me despellejan vivo y empiezan a comerse mis intestinos, mientras mi sangre chorrea entre las comisuras de sus labios. Pero todo se vuelve (aún más) oscuro, y los extraños seres desaparecen. Ahora estoy en un rincón de una sala iluminada con una potente luz blanca. En medio, una bellísima mujer, morena y de ojos azules, totalmente desnuda. Luego entran unos diez o doce hombres, también desnudos que empiezan a acariciarla lentamente por todo el cuerpo. Segundos después la escena se vuelve un espectáculo dantesco cuándo esos hombres empiezan a penetrar a la mujer, mientras la agarran y lentamente le descuartizan brazos y piernas. La chica grita de placer, y dos de los chicos, con bisturís en las manos, le van desgarrando los ojos.

Esto es todo por hoy. Espero que les haya gustado que me abriera a vosotros. Realmente ahora me siento mucho mejor. Si alguna vez os apetece, siempre podemos quedar a medianoche en un callejón oscuro y solitario para tomar una copa y charlar.

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